miércoles, 19 de mayo de 2010

El peso de un adiós

Dedos derretidos sobre un teclado, gritan, golpean lloran con palabras que no pueden tener intención. Quiero ver tus ojos, pero no es posible.

Flashback de imágenes pasadas, presentes, futuras, siempre aquí nunca allá. Palabras que son más que eso, !son vida¡. ¿Cómo puede ser que aquello que es vida muera?, ¿Cómo pude ser que aquello que te levanta caiga?.

Y un temblor acompaña al dolor, ya que el solo, no fue capas de derribarme. Ira, tristeza, rencor, comprensión, resignación y la pregunta ¿No hay vuelta atrás?.

Espero ilusamente que digites la respuesta, mas lo único que consigo es el beso de la indiferencia.

Te quiero gritar pero estas palabras no tienen intención, sólo suspiros de amargura.

Déjame un momento así, aquí tendido para ver si mi pecho deja de devorar mis entrañas, y saber si así se detiene este dolor.

Te justificas dejando compensaciones, pero yo te digo ¿Cómo pretendes cubrir tu espacio con otra cosa?. Estas intentando poner un cuadro donde va un círculo, intentas que un barco pueda volar. Si esa fue siempre tu intención, ¡Olvídalo!, prefiero mi pasado. ¡No me manipules!

Siempre juntos, nunca solos. Y yo escape de la isla, cruce el frío, derrote la soledad. Para llegar a ti. Siempre juntos, nunca solos. Y hoy me dejas sin previo aviso.

Hablas de guerras y soldados, no te entiendo. Si esto fuera una guerra yo nunca escaparía, yo nunca te dejaría atrás.

¡No lo entiendo! Y te vuelvo a gritar, pero estas palabras no tienen intención.

Mis ojos reflejan invierno, cristalizando todas y cada una de las letras que componen tus palabras, y ya no se que decir, ya no se, que escribir.

Tan sólo te recuerdo, mientras promesas incumplidas se incrustan en mí. Déjame un momento aquí, por favor, nunca pensé que esto lo volvería a sentir.

Mis dedos cansados desfallecen sobre el teclado, siendo bañados por el rocío de esta agonía y me quedo aquí, mente en blanco, como aquel campo de batalla, en donde pensamientos, recuerdos y decisiones, inexorablemente destruyeron todo a su paso.

¡Te odio!. Por que se que te extrañare.

Ahora se lo que pesa un adiós…