El verdugo llega en forma de soplido, con un único objetivo, desenraizarla de aquel lugar y la vida pasa frente a sus ojos, mientras con enojo manifiesta su descontento ¡este no es el momento! no lo quiero aceptar.
Y yo como único testigo de su castigo, solo puedo observar, como en aquella hoja, una frágil gota a sus esperanzas acaba de abandonar.
