miércoles, 7 de septiembre de 2011

Terrafé


Esta… esta es mi morada, desde aquel fatídico día en que la maldición del óbito cayó sobre mi amada, y no podemos decir que es un hotel 5 estrellas mas no me quejo.

Comparto aposento en un diario convivir, junto a veteranos locos, señoras pretenciosas y enfermeras que no tienen muy claro lo que significa ser sutil. Pero no todo es tan desapacible en este senil hogar ya que a pesar de atrapado estar en un seudo regimiento, apaciguó el descontento con una rutina singular.

Las tardes de “terrafé”, sentarme en la terraza a disfrutar de un exquisito café y todos podrían pensar  “pobre hombre, que hace hay tan solitario”, sin saber que yo gozo de un  visitante consuetudinario, un emplumado amigo parecido a un canario que se auto declara un amante del café.

Más puntual que novio primerizo, llega dando aviso con un armónico picoteo sobre la mesa, para luego esperar y sin estrechez que el hábito del terrafé se apoderará del momento. Una tapa de bebida era su tazón predilecto, quien en un solo instante se abalanzaba sobre aquel néctar de grano oscuro, siendo tal la dicha que sentía con aquella merienda, que cantaba sin enmienda, demostrando su agradecimiento.

Y era justo en ese momento, cuando viejas tertulias en mí se rememoraban, largas horas junto a mi amada disfrutando del terrafé, riendo quien sabe por qué, solo riendo y celebrando que estábamos juntos. 

Un día mis achacosos pasos alargaron la tardanza demorándome más de la cuenta en llegar a la terraza, aquel día con prisa rellene mi taza para dirigirme hacia mi cita, esperando que a la visita no lo desalentara aquel suceso. Pero al llegar, la única palabra que me identificaría, es perplejo… un par de plumas sobre la mesa, evidencian el deceso y una gata llamada “pelusa” en el suelo se regocija del delito, convirtiendo a mi momento singular en una lamentable y trágica clase, de supervivencia animal.

Desde aquel día que no he vuelto a repetir las tardes de terrafé, me di cuenta de que nunca me gustaron las terrazazas y mucho menos el café.    

1 comentario:

  1. Hola..interesante microrelato. Problemas personales me impidieron tener ánimos para recorrer muchos blog.Mi ánimo no está demasiado bien. Saludos.

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